sábado, 15 de marzo de 2008

Praga












































































Praga es una ciudad de cuento y, como tal, sus callejuelas quedan envueltas en una burbuja de intemporalidad. Paseando por los callejones aún empedrados, llaman la atención las casas de diferentes colores, los edificios de estilo románico que acogen teatros o bodegas combinados con los edificios barrocos que albergan elegantes bares y restaurantes... en fin, una estética que combina con armonía y encanto elementos clásicos y modernos y que solo podría lucir en una de las ciudades con más historia del continente. Las calles del centro, repletas de turistas, muestran la cara bonita de la ciudad. Al alejarse un poco de este punto se puede descubrir la no menos interesante otra cara de la moneda: barrios con la misma esencia pero cubiertos con un manto de olvido, abandono, misterio, la pintura de las fachadas gastada, agrietada... es el testimonio de una ciudad en un proceso de transformación que comenzó con la caída del comunismo y aún con un largo camino por recorrer.